Fabio caminaba dirección a su casa, cabizbajo y mirando al suelo, no quiere tropezar otra vez más esta semana, demasiados disgustos ha tenido ya. Lo que no sabe es que de nada sirve mirar al suelo si su mente está en el cielo.
Su prometida Clara, más alta y se podría decir que amazónicamente más fuerte que él, le esperaba como todos los días sentada en la mesa de la sala de estar de su casa mientras leía un libro erótico que le había regalado uno de sus mejores amigos desde Rotemburgo. Con la lectura de aquel libro Clara empezaba a excitarse y a elevar la temperatura de la habitación, sin duda se había despertado algún tipo de apetito en ella.
Esta extraña pareja estaba prometida desde hace un par de meses, pero su relación se alarga a más de un año atrás, cuando se conocieron un Domingo de eucaristía. A aquella ceremonia asistieron ambos no por gusto, sino por tradición religiosa de la familia de asistir cada último día de semana a aquellas reuniones, una tradición que hasta aquel día no se pudieron sacudir de encima. Pues bien, en todo ese tiempo Fabio y Clara no habían mantenido relaciones sexuales: ni coito, ni petting, ni….nah, nothing.
Cuando Fabio llegó a casa, sintió el calor de la habitación y quiso dejarse llevar, ya era demasiado tiempo en una relación y tenía curiosidades, no tenía nada que perder en una semana en la que todo le había salido mal. Lo malo es que cuando se piensa que no se tiene nada más que perder es porque lo hay, pero quiso tomar el riesgo para complacerse con la satisfacción de haber conseguido equilibrar su armonía. Después de besar a Clara tenía ganas de arrancarle la ropa, pero debido a su tímido carácter lo hizo a su manera, tartamudeando:
-Ve-verás, c-cielo…
-Si??
-Ya-yaa llevamos mucho tiempo juntos, creo…..creo…. ….Quiero hacerlo!! el amor…. – dijo ya más decidido.
-Por qué?? Creía que íbamos a esperar a casarnos.
-No es fácil, además..creo que ya estoy preparado.
-Estás seguro??
Se apresuró sobre su boca, humedecida como si estuviera preparada, y mientras la mano de ella tocaba su mejilla ambos se besaron con una pasión que no les poseía de esa forma desde meses atrás. El rio de saliva se desbordó saliéndose de su curso y llevándose los labios de Fabio hasta el cuello de Clara, intentó ir más abajo, pero el botón de la camisa de Clara se lo impedía. Desabrochó los botones con una decisión extraña en Fabio, como si fuera un experto en la materia, y comenzó a besarle los pechos. Ella le cogió la cabeza con fuerza, y se abalanzó sobre su cuello empezándolo a chupetear, lo que a él le excitaba muchísimo, hasta que le dio un fuerte mordisco clavando sus dientes profundamente más y más en su carnoso pescuezo.
-Para!! Pero..que haces??
-Creía que querías hacerlo
Fabio, que quería hacer el amor, pensó que su pareja lo que quería hacer con él era la digestión. Ante esta confusa situación Clara intento despejar un poco la mente de su prometido.
-Así es como se mantienen relaciones. Mientras tu intentas complacerme, yo… te como la cabeza.- Le explicó ella – Pero a ti te quiero, por eso en tu caso quería esperar a que nos casáramos.
-En mi caso¿ Es que ya lo has hecho más veces¿
-Sí, claro
-Cuantas??
-4
-Y te los comiste a todos¿¿
-De cabo a rabo.- y matizó- El amor y el hambre son como la pasión a las ganas de comer.
-Cre- creo.. – volvió a perder toda su confianza- creo que te quiero demasiado para estropearlo todo. De..deberíamos esperar a casarnos.
Desde luego aquel no era el día de Fabio, ni lo serían los siguientes meses que pasaría pensando cómo ser feliz y no morir en el intento. Unas noches antes de la boda, en su despedida de soltero, decidió pedir consejo a sus amigos:
-Yo pienso morir virgen.- dijo uno- Las mujeres no traen más que problemas
Morir virgen?? Bahh, la virginidad está sobrevalorada. Fabio no quería ni planteárselo, sin duda sería peor el remedio que la enfermedad.
-Yo estoy aprendiendo Karate, así cuando me estrene seré yo el que la noquee- comentó otro amigo.
Esa opción no era tan mala, pero demasiado tarde, una semana era poco tiempo para pasar del dar al pulir cera.
-Resígnate,- le dijo un último- acaso no sabías al enamorarte que esto acabaría así¿¿
Viendo las alternativas, ninguna, a Fabio no le quedo más remedio que resignarse y aceptar su destino. En la noche de bodas sabía lo que pasaría, sus amigos también, y Clara.. También. Así que una vez en la habitación del hotel, tras varios besos, se dejó caer en la enorme cama de la suite con una gran sonrisa en la cara, sabiendo que el final de su historia era un final feliz.