lunes, 8 de agosto de 2011

Ulises. La ruta del Tulipán V


Por fin llegamos a Maastricht, mi Ítaca, el final de todo este viaje, aunque solo permaneciéramos allí una noche. Era el destino que había marcado desde el primer día, donde quería llegar. No lo llegue a disfrutar tanto como tenía pensado, pues planeaba estar allí durante 2 o 3 días, pero es lo que tiene hacer un viaje tan imprevisible. Como dice Kavafis en su “viaje a Ítaca”: “No importa el destino, sino lo que encuentras en el camino

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
 


"Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y que ya viejo lleges
rico de todo lo que hayas guardado
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino. 

Pero no tiene ya nada que darte.
.”


Y si lo encuentro pobre, no he de engañarme, ya bastante me había entregado después de enfrentarme a mis cíclopes, mis cantos de sirena y a mi propio Poseidón.  Tenía que partir, ya sabio como me había vuelto con tantas experiencias comprendiendo lo que significan las Ítacas, los Maastrcihts.





Una vez que llegas a tu destino, con toda esta mundología aprendida, disfrútalo, aunque sea efímero y veas temprano el momento para regresar a casa, porque así, tal vez algún día se decida volver a prender un nuevo camino.

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